La anécdota que vengo a contar ocurrió hace muchos años, para buscar un símil actual más o menos en la época de la famosa serie de TV CUENTAME.
Todo fue allá por el verano de 1973, en aquel entonces trabajaba en una empresa de construcción, yo tenía 16 años recién cumplidos, estaba asignado al Departamento de Estudios.
En esa época, cuando salían los concursos públicos a licitación, nos teníamos que desplazar a los organismos (MINISTERIOS, AYUNTAMIENTOS, ETC) a copiar a mano, todos los proyectos (Pliegos, Presupuestos, Planos (esto último calcados en papel cebolla), copiábamos lo más importante para poder realizar el estudio, todo esto que os cuento había que hacerlo para todas las obras que se estudiaban.
Ya puestos en antecedentes nos vamos a la anécdota propiamente dicha, en esa época llego hasta nosotros lo último que había salido al mercado, nosotros siempre estábamos a la última en nuevas tecnologías, nos pusieron a nuestra disposición una fotocopiadora manual, (una maleta, con la maquina, con sus botellas de revelar y sus fotolitos) un aparato que ya volvía caduco los medios anteriores de copiado, esa maravilla la pusieron en nuestras manos amigos.
Vamos al estreno de la maquina, ese día de la primavera de 1973 nos dirigimos mi compañero y yo al Ayuntamiento de Madrid, fuimos por la tarde-noche, había que hacerlo con nocturnidad y alevosía, dado que por la mañana, a parte de que estaba totalmente prohibido no era factible.
Como os decía esa tarde, previa llamada telefónica a un funcionario amigo, para que nos pusiera fácil la entrada al Ayuntamiento y nos habilitara un sitio para poder trabajar, cosa que él hizo “ipso facto” (fue fácil convencerle, estábamos en San Isidro y unas buenas entradas para los toros abría muchas puertas)
Sigamos con el relato, allí estábamos los dos solos, en una sala pequeña, al lado del Salón de plenos, delante nuestra la documentación a copiar, también la poderosa maquina, todo en su sitio, en perfecto estado, nosotros también, dispuestos a desarrollar nuestro trabajo, nos miramos y nos dijimos entre nosotros, “que invento”, “que maquina”, “que maravilla”. Por fin a partir de ahora todo seria diferente, un prodigio tecnológico en nuestras manos.
Pero amigos, nuestro gozo en un pozo, cuando nos disponemos a enchufar esa maravilla, aquello pego una explosión espectacular, no os podéis imaginar, salia humo por todos los lados, de la propia maquina, del enchufe, todo ha oscuras, mis dedos negros como el carbón, aturdimiento total en esos instantes, Que ha pasado? nos preguntábamos. Amigos, pero eso no era lo peor, lo peor fue que nos habíamos cargado una fase de la instalación eléctrica del Ayuntamiento, el Alcalde, los Concejales, los Funcionarios, a todos ellos los dejamos sin luz.
El funcionario al que habíamos convencido, vino corriendo con una linterna, no cabía en si de su asombro, su mirada era de muy pocos amigos, la nuestra, de tierra tragame, sus ojos inyectados en sangre, dirigiendo su mirada hacia nosotros, buscando una explicación, nosotros sin poder dársela, no sabíamos donde meternos, estábamos asustados, y sin saber que hacer.
Lo que no llego a recordar amigos, fue como pudimos salir de allí, la imagen que tengo grabada es de ir corriendo por la calle Mayor, dirección Sol, con la maquina al hombro y sin mirar atrás, sobre todo sin mirar atrás.
Lo que si recuerdo con nitidez es que no pudimos aparecer por el Ayuntamiento de Madrid en mucho tiempo.
Lo que si recuerdo con nitidez es que no pudimos aparecer por el Ayuntamiento de Madrid en mucho tiempo.
Fernando Cordero Serna
1 comentario:
Muy bueno Fernando, jajajaj....vaya situación....solo de pensarlo me ha entrado un ataque de risa....jajaja
Eres genial....no me extraña que te hayas llevado el primer premio
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